¿Que los milagros no existen…? Échenle un ojo a lo siguiente y luego hablamos.
Pues resulta que por acá ando de nuevo, después de una muy larga temporada sin sacarle letra alguna a la pantalla, pero al fin, señoras y señores, estoy de nuevo con ustedes. Y qué mejor que regresar con buenas nuevas.
Pues resulta que por azares del destino y por buscarles algo chido para mi retache, me encontré con un filme recomendado por “El pelón”, un compita que comparte el vicio de las video cintas, y resulta que me encontré con algo impresionantemente motivante, conmovedor, qué digo conmovedor, definitivamente es una cosa inspiradora de principio a fin.
Searching for Sugar Man o Buscando al hombre de azúcar (o al azucarado, como prefieran), documental dirigido por Malik Bendjelloul, realizado en 2012 y nominado al Óscar en 2013, en la categoría de Mejor documental largo, ahí nomás.
Este docu nos cuenta una historia de esas pachecas que tanto nos gustan y que hacen suspirar a los soñadores guajireños. Hablo de un relato que al principio pudiera parecer convencional o hasta un poco trillado al comienzo, pero por eso les adelanto el dato que hasta a oscarito estuvo nominado (uno luego se deja llevar por la sinopsis o por las lenguas villanas).
Nos situamos a finales de los años 60 y principios de los 70, en adelante, hablamos de la historia de un tal Sixto Rodríguez (Rourriguez, por su pronunciación en lengua sajona), y digo “un tal” en un tono nada peyorativo, más bien, anticipándoles que este señor pasó gran parte de su vida en el anonimato, como fantasma, por ponerlo de otra forma, pues el buen Rodríguez no vivía de manera diferente a cualquier mortal como nosotros, trabajando en una u otra onda, cantando de vez en vez en barecitos, escribiendo rolas chidas con el sencillo y único propósito de hacer canción su perspectiva de la vida. Habitante de la ciudad de Detroit, Michigan, al buen Rod le tocó esa suerte que ya en para nuestros años no es otra cosa que una fantasía o por qué no, una grandísima y fumada chaque mental: al señor lo descubrió una disquera y los productores lo convencieron de poner en acetato sus rolitas.
Pues que se nos anima el Rod y ahí va, derechito pa´ l estudio a grabar su primer álbum, titulado Cold Fact (1970) y enseguida a comenzar con la promo del material, pero cuál va siendo la sorpresa que se topó con que “nadie es profeta en su propia tierra” y ¡bolas don Cuco!, fracaso rotundo. Luego vino otra disquera interesada en el talento del muchacho y con una nueva promesa de lanzarlo al estrellato, y ahí va de nuevo pa´ l estudio, ahora con Coming from Reality (1971), que tampoco fue la octava maravilla en tierras gringabachas.
Entonces resulta que el disco fue a parar a tierras sudafricanas y por allá sí que latió y la gente comenzó a copiarse el material (maldita piratería) y, como eran tiempos de rebelión, los jóvenes (y las jóvenas) tomaron Cold Fact como el álbum estandarte del movimiento contestatario en contra del Apartheid (háganme favor de guglearlo). Y fue así como nuestro bien ponderado Rodríguez comenzó no sólo a crear fama, sino a convertirse en ícono del momento y en fuente de inspiración para otros creadores de música y sus letras influyeron marcadamente en la ideología rebelde de la época.
Por esta razón prohibieron su música y hasta se inventó el rumor que el Rod se nos había suicidado a mitad de un concierto, después de disculparse por cuanta palabra grillera había salido de su boca.
Pero ya ven que nunca falta un ente curioso en este planeta y tras leer una onda del tipo “¿qué acaso no existe un investigador musical?”, éste se dijo a sí mismo: “mi mismo, ese eres tú”. Entonces aparecen Stephen (Sugar) Segerman y Craig Strydom, fulano y perengano que se dedican a buscar el paradero del buen Rod y cómo es que nunca apareció para reclamar los centavos que había generado su triunfo en Sudáfrica o cómo era que no estaba enterado de su enorme fama en aquél lado del charco.
En qué termina esta historia, eso ya no es de Dios que se los diga yo, mejor láncense al 33 Foro Internacional de la Cineteca, del 6 al 23 de mayo del año en curso, en el Cine Morelos de la ciudad de Cuernavaca.
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